Generación de la inmediatez
Los cambios sociales, políticos, científicos y tecnológicos afectan directamente el comportamiento de las diferentes generaciones. El contexto y el entorno pueden provocar cambios en la conducta, personalidad y hasta en aspectos neurofisiológicos de todo un grupo generacional.
¿Qué está pasando con nuestros niños y adolescentes que no tienen paciencia, no les gusta esperar, se aburren rápidamente de las cosas?
Analicemos cómo han cambiado los tiempos para poder responder a esta pregunta. Los que ahora somos padres, cuando fuimos niños o adolescentes teníamos más oportunidades para ejercitar la paciencia y la espera. Por ejemplo, teníamos que esperar para ver las fotos que se tiraban con la cámara, hasta que se pudiera revelar el rollo, había que esperar una hora precisa para ver un programa de televisión o esperar a que pusieran nuestra canción favorita en la radio.
Esta generación, sin embargo, puede ver las fotos inmediatamente después de tomarlas, escuchar las canciones cuando quieran y ver los programas que quieran, cuando quieran, sin tener que esperar para ver el próximo episodio. Las oportunidades para la espera, la contemplación, el pensamiento reflexivo o hasta para una conversación con otra persona (como por ejemplo las esperas en el consultorio del médico y en los caminos largos en el vehículo) ahora son momentos que no pueden sobrellevarse sin una tableta o el teléfono celular.
Los niños y adolescentes de hoy han ido perdiendo la facultad de esperar, de observación, de estar “sin hacer nada”. El cerebro está en necesidad constante de estímulos y de entretenimiento, se ha acostumbrado a que las respuestas sean inmediatas y a una satisfacción instantánea de las necesidades.
La inmediatez es un factor de estos tiempos, el otro es la sobre-estimulación, en niños y adultos. Nunca antes el cerebro había estado recibiendo tantos estímulos simultáneos y diversos como en esta época. Sonidos, imágenes, movimientos, todo al mismo tiempo. Es por eso que cuando se encuentra con un papel blanco con letras negras el cerebro dice "¿sólo esto?".
Para entender cómo piensan sienten y actúan nuestros niños y adolescentes tenemos que entender en el momento histórico en que están creciendo. Nosotros, los adultos, padres y maestros, hemos vivido las dos realidades y somos capaces de ver las cosas desde otra perspectiva, pero el "nativo digital" difícilmente entenderá el valor de la paciencia y de la espera.
Ferreiro (2006) plantea que si algo llama poderosamente la atención de los que estudian esta generación, desde una perspectiva educativa, es la inmediatez de sus acciones y toma de decisiones.
No se trata de querer detener el tiempo, retrocederlo o luchar contra él, pero tampoco aceptar las nuevas costumbres como buenas y validas por inercia. Se trata de asumir un papel crítico y reflexivo sobre los cambios de esta nueva generación, para potenciar lo bueno que trae y neutralizar lo no tan bueno.
Es el trabajo de los padres y maestros ayudar a esta generación a desarrollar las destrezas de observación y pensamiento reflexivo, y las actitudes de espera y paciencia, las cuales se han ido perdiendo.
Debemos generar deliberadamente situaciones y momentos en que el niño deba esperar para que sus necesidades sean satisfechas, permitir que se den momentos de “no hacer nada”, pasar tiempo al aire libre, buscar formas no-digitales de entretenimiento, hacer planes a largo plazo. Es necesario favorecer las destrezas de observación en el niño, prestar atención a la naturaleza y a los detalles del entorno, para desarrollar actitudes reflexivas y disminuir el nivel de impaciencia y ansiedad, que es en gran parte el resultado del estilo de vida en que están viviendo nuestros niños hoy.