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La Generación Despechugada

Hace unos años una persona que admiro mucho, la Dra. María Amalia León, comentaba cómo habían cambiado los tiempos y decía jocosamente que su generación era la generación despechugada. “¿Despechugada? ¿Cómo así?” me pregunté. Entonces ella explicó: “Porque cuando las personas de esta generación eran niños, le tocaba la pechuga del pollo al papá, y ahora, que se han convertido en padres, le dan la pechuga del pollo a sus hijos, por ende son la generación “despechugada”.


Aunque la anécdota puede parecer graciosa, deja un mensaje subyacente sobre un problema trascendental de hoy en día. “Generación despechugada”, esta cómica expresión nos dice mucho sobre el cambio en los estilos de parentalidad y crianza.



Pasamos de un extremo a otro, de un estilo autoritario caracterizado por padres que imponen su opinión y aplican las normas por medio de amenazas y castigos. Padres que educan a sus hijos a través de una disciplina fuerte y severa, muchas veces con escasas manifestaciones de afecto. Padres muy exigentes con sus hijos, que no suelen ser muy receptivos a las necesidades de éstos. No explican el por qué de las reglas, sino que éstas se imponen bajo la premisa “porque lo digo yo”.


Por el otro lado, los padres de hoy nos encontramos tratando a nuestros hijos como príncipes y princesas, de los cuales somos sus súbditos (a los cuales debemos dar la mejor parte del pollo, la pechuga) o lo que es denominado estilo permisivo de crianza. Los padres permisivos son muy cariñosos, sensibles y aceptan a sus hijos tal y como son, pero establecen pocos límites a su conducta. Este estilo se caracteriza por la falta de normas y rutinas. Suelen ceder fácilmente a los deseos de los hijos, ser excesivamente protectores y temen someter a sus hijos a situaciones de frustración o dificultades vitales naturales. Muchas veces estas conductas parentales están provocadas por la incapacidad de los padres y madres de manejar las conductas de sus hijos ya sea por falta de tiempo, falta de atención, pereza (imponer normas requiere cierto grado de rutina y constancia) o temor de “convertirse en sus propios padres”.


Ambos estilos son igualmente peligrosos. El autoritario trae como consecuencia sentimientos de frustración y culpa en los niños, al no sentirse capaces de cumplir las expectativas de sus padres. Se pueden generar actitudes de inhibición, conformismo, sumisión, pasividad o timidez. Así como futuros adultos con baja autoestima, escasa competencia social, baja creatividad, poca autonomía o poco autocontrol (pues se acostumbran a que el control sea impuesto por otro, por un agente externo). Por el otro lado de la balanza, los hijos de padres permisivos tienden a ser egocéntricos, dependientes y con claras dificultades para esforzarse, pues no están acostumbrados a tener responsabilidades o trabajar para ganar la recompensa. Son niños que crecen anteponiendo sus deseos y necesidades a la de los demás y carecen de capacidad empática ante los deseos o necesidades de su entorno. Esta falta de empatía les dificulta el establecimiento de relaciones personales estables.


Ante esta encrucijada de la generación despechugada la salida está en el estilo democrático o asertivo que se caracteriza por: el respeto mutuo, la cooperación familiar y la responsabilidad recíproca. Los padres proporcionan a sus hijos cariño y control al mismo tiempo que conceden cierto grado de autonomía ante los retos y obligaciones que estos deben asumir. Respetan la individualidad de los hijos y les explican el por qué de las normas. Cuando es posible se negocian a través del diálogo y la toma de decisiones conjunta, aunque también saben diferenciar cuando es momento de imponer su autoridad.

Los padres de hoy tenemos el reto de encontrar el equilibrio entre estas dos posturas. La generación “despechugada” tiene una doble perspectiva interesante, pues, aunque representando diferentes roles (como hijos o como padres), han vivido cierto grado de autoritarismo y permisivismo. Es una realidad que cada familia tiene sus propias costumbres y patrones de relación, y el objetivo no es juzgar las familias como “malas” o “buenas”, sino generar en los padres de hoy una reflexión sobre las consecuencias positivas y negativas de cada estilo de crianza, y los individuos que estamos formando para la sociedad del mañana.


Imágenes extraídas de:


http://www.crecebebe.com/tag/nino-malcriado/


http://www.estrending.com/wow/consentido-hiperregalado-e-infeliz-el-sindrome-de-los-ninos-con-padres-ausentes/


http://www.siquia.com/2013/10/sindrome-del-emperador-o-del-nino-tirano-como-detectarlo/


https://www.okchicas.com/tips/consejos-madres-tienen-hijos-varones/





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